top of page

Había una vez un valiente gatito. Un gatito precioso llamado Leo, procedente de la protectora de animales APADAC-

Leo era especial, era un gatito diferente a los demás, que deseaba ser querido. Solo quería jugar, recibir mimos y acurrucarse a tu lado para mirarte durante horas. Un precioso día de primavera, su vida cambió. Una familia se enamoró de él nada más verlo y quiso darle la mejor de sus vidas hasta el final de sus días. Y así fue... Leo fue uno más de esta preciosa familia hasta hace muy poquito tiempo, cuando después de una feliz y larga vida tuvo que cruzar el puente del arcoiris.

Leo fue feliz con todos y cada uno de los juguetes que su familia le regaló. Le volvía loco las pelotas, era su pasión. Podía pasarse horas, horas, horas y más horas jugando con ellas. Por eso, sus papis humanos tenían un armario donde en la puerta ponía en grande: PELOTAS DE LEO.  Cada vez que ese armario se abría Leo ya estaba alli. No importa dónde estuviese, ni lo que estuviese haciando. El sonido de la puerta le volvía loco de alegría.

Cuando se cansaba de jugar (más bien eran sus amigos humanos los que se cansaban antes de jugar) Leo te agradecía tu atención de una manera peculiar. Se subía a tu regazo y con sus preciosas patas recorría una y otra vez tu carita. Nunca nadie podrá olvidar tus suaves patitas sobre el rostro... Con esas caricias todos sabíamos lo que nos amabas

Ay Leo!! como se te echa de menos enano!! OJALÁ TU HAYAS SIDO IGUAL DE FELIZ QUE TODOS LOS QUE TE HAN CONOCIDO.

Te queremos pequeño

bottom of page